lunes, 26 de marzo de 2012

Carretera y manta

Mi necesidad de explorar nuevos horizontes cada vez se manifiesta con más fuerza e insistencia. Tal vez, haya llegado la hora de extender las alas y de volar a nuevos lugares, conocer a gente nueva y cambiar de tercio. Sin ataduras, con toda libertad, estar un día aquí y otro allá, sin obligaciones, yendo hacia donde el viento me lleve. Sentir la libertad de disponer de mi propio tiempo como mejor me plazca, entrar y salir, sin dar explicaciones.

Es cierto que siempre queremos lo que no podemos tener. Por eso creo que en este momento lo que más deseo es tener tiempo y libertad, olvidarme de ataduras laborales, económicas y materiales para reencontrarme a mi misma y a mi propósito en la vida, que hace tiempo que cambió de rumbo sin decir adónde se marchaba. Tener tiempo para pensar, para vivir, para viajar y para hacer todo aquello que siempre he querido pero que, por falta de ganas o de momentos libres, he ido dejando atrás o a un lado. Es tiempo de abstraerse, de soñar, de ser una misma.

Sólo necesitamos el aire de nuestros pulmones y ganas, muchas ganas de vivir y de hacer cosas, de buscar y encontrar experiencias. Al fin y al cabo, el trabajo es solo un medio para vivir y pagar facturas, no la vida en sí, a pesar de que a menudo, por no decir casi siempre, reclama demasiado protagonismo en nuestras vidas y acaba convirtiéndose en una especie de mocoso malcriado y exigente que no deja de llorar y patalear cuando deja de hacérsele caso. Sin embargo, la vida es un gran mosaico lleno de piezas de una gran variedad de colores y de texturas. Así pues, es hora de coger el hatillo e ir haciendo camino, para redescubrirme, para poner las cosas en perspectiva y, sobretodo, para vivir a mi manera.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Reflexiones desde el Polo

Tras haber hecho mutis por el foro y haber desaparecido de la blogosfera durante meses, debido a mi falta de tiempo e inspiración y tal vez más impulsada por la desidia y el aburrimiento que por un arrebato de creatividad imparable, me decido a escribir desde el Polo (es decir, la oficina, que está glacial gracias al aire acondicionado, ese elemento que nos enferma al exponernos al frío cuando no toca) como válvula de escape y con la mente puesta ya en las ansiadas vacaciones.

Observar el mundo exterior desde los cristales de la oficina cuando media humanidad está en la calle disfrutando (hoy sí) del sol y del calor y de la ropa ligera y de las chanclas es como una especie de tortura psicológica. ¿qué hemos hecho para merecernos esto? ¿porqué no podemos estar en la calle como el resto de los mortales, disfrutando de una cañita en una terraza en buena compañía en lugar de estar aquí pasando frío y fingiéndonos ocupadísimos? Pero no desesperemos, al menos a mi me separan dos días de mi preciada libertad... lo cual implica disponer de tiempo (eso que sólo aprecia el que carece de él) para hacer lo que más nos plazca como nos parezca mejor (en muchas ocasiones, para hacer nada, que como dijo alguien en un momento de lucidez, quien nada no se ahoga...).

Esta entrada va dedicada a mis compis currantes, compañeros de fatiga, y en especial a Sandra, Anna y Cristina ;D. Ánimo! Ya queda menos!

viernes, 11 de febrero de 2011

Simone de Beauvoir

El otro día, una amiga publicó la siguiente frase de la gran Simone de Beauvoir: "El día en que la sea posible para la mujer amar, no por debilidad sino por fortaleza, no escapar de sí misma sino encontrarse a sí misma, no humillarse sino reafirmarse - ese día el amor será para ella, como es para el hombre, una fuente de vida".
Me quedé boquiabierta, estupefacta, patidifusa... ¿Cómo puede resumir una sola frase de una persona que con la que no he tenido nada que ver mi concepto ideal de amor? Y lo que es peor aún ¿cómo es que no me había dado cuenta antes? Qué grande Simone de Beauvoir, pensé, ella ha visto dentro de mí lo que yo no supe ver a tiempo... aunque más vale tarde que nunca.
Haciendo reflexión (y autocrítica corrosiva, una de mis especialidades, que sin duda, me viene dada por mi signo zodiacal), llegué a la conclusión de que he cometido siempre la misma equivocación: buscar todo lo contrario a lo que quería, o cometer el error de aceptarlo sin más, por miedos varios e indeterminados que llegaron a materializarse y a convertirse en mis monstruos de pesadilla, mis perseguidores. Me he dado cuenta de que he amado por debilidad, para escapar de mi misma y para humillarme; pero no por fortaleza, para encontrarme a mi misma ni para reafirmarme.
Era más fácil compadecerme de mi mala suerte que darme cuenta de que era yo misma la que estaba atrayendo ese tipo de relaciones malsanas y nada gratificantes, que se parecen a cualquier cosa menos al amor. Y en este aspecto, he llegado a tocar fondo con mi última "historia", que ha sido un gran ejemplo de lo que yo nunca desearía para mi peor enemigo y que me ha enseñado que eso es, precisamente, lo que no quiero para mí. No pude caer más bajo, ni humillarme ni obsesionarme más con algo que no me conducía más que al aniquilamiento personal, al vacío y a la soledad más absoluta. Ahora, casi con tres décadas de vida a mis espaldas, he descubierto el principio rector que deseo que guíe mi vida amorosa en su más amplio espectro (no me refiero sólo al príncipe azul, pues por definición suele desteñir, sino que además espero poder aplicar esta máxima al resto de relaciones, para rodearme de personas que realmente merezcan la pena y que sean mi fuente de vida).

viernes, 5 de noviembre de 2010

El karma se ceba con quien menos lo merece

O eso creo yo... el día que me dé motivos para pensar lo contrario, rectificaré (espero que el karma tome buena nota de ello).

Lo cierto es que el dicho de que "las desgracias no vienen solas" o de que "no hay dos sin tres" tiene más razón que un santo. Qué inteligentes eran nuestros antepasados... si es que no hay mejor escuela que la de la vida. Cuando uno tiene un mal día suele tener otro detrás y otro de propina por si no haa tenido suficiente. Y lo peor es que los días se conviertan en semanas... Qué negro se ve todo desde el fondo del pozo y cuán lejos queda la luz del final del túnel. A ver, busquemos una cuerda y trepemos hasta la salida. Vaya, no hay cuerda. A ver si mis habilidades de sherpa tibetano me sacan de esta. Vaya! Cómo resbalan las piedras de las paredes. ¡Qué leñazo me acabo de pegar! A ver, pensemos como salir a la superficie. Un poco más de ingenio. Mmmmm.... ¡que agobio, no sé qué hacer ni cómo empezar! Pero sé que quiero salir de aquí y que el solecito de la mañana me alcance con sus rayos y que la brisa sople en mi cara, en mis pulmones, en mis entrañas y barra la podredumbre que la humedad de este pozo ha inyectado en mis pulmones. Querer es poder, dicen. Pero a veces, por mucho que se quiera no se puede porque no te dejan, o dicho de otro modo, porque cuando avanzas un metro, te empujan y retrocedes dos o incluso, te despeñan. Ironías de la vida. Los malvados siempre vencen. Pero no, ¡esperad! a lo lejos vuelve el héroe sufridor, trepando cual araña por las paredes del pozo, dejándose las uñas, el aliento, la moral (más fuerte que la del alcoyano, sea quién sea ese buen señor), empuja al malo y sale victorioso al mundo exterior. Qué hermoso se ve todo desde este lado... esperemos que el pozo quede atrás por mucho tiempo o por lo menos, el suficiente para poder disfrutar de la paz que irradia la vida al sol.

Todo este rollo metafísico viene a que no importa lo que cueste, hay que intentar pensar que vendrán tiempos mejores aunque estemos en una etapa de hundimiento en nuestras miserias personales y que los malos ratos, los sinsabores y los cabreos un día dejarán paso a la paz, la calma y la tranquilidad, o por lo menos, a una existencia con menos sobresaltos.

martes, 26 de octubre de 2010

¿¿ALGUIEN HA VISTO AL PRÍNCIPE AZUL??

Hay personas que no pueden vivir si no es en pareja y después estoy yo. Estoy tan acostumbrada a estar sola que no puedo entender a esas personas que no dejan pasar más de un mes o dos antes de emprender una relación. ¿Qué es mejor, ser como soy o que los demás sean como son? Reconozco que soy exigente hasta cierto punto, pero no pido imposibles. Entonces ¿es que el mercado está mal o yo no sé encontrar personas normales? ¿Existen los hombres normales? ¿O es que yo tengo un imán para los tarados? Miles de preguntas cruzan por mi mente continuamente y alcanzan sus momentos de mayor efervescencia cuando alguien me pregunta por milésima vez ese dichoso interrogante de ¿tienes novio? ¿y a qué esperas? Se te va a pasar el arroz!!!! Y tú piensas, mientras el odio asoma por tus ojos ¿y a tí que coño te importa mi situación sentimental? ¿es que te va la vida en ello? ¿o es que piensas que soy lesbiana simplemente porqué sé lo que no quiero y no me quedo con el primer impresentable que se cruza en mi camino?

Después está la fase de las citas a ciegas. Tus amigos, en el empeño de rescatarte de tu soltería, va y te sueltan un día aquello de: ¡¡¡Tengo un amigo ideaaaal para tí!!! ¡¡¡¡Es muy simpático y su última historia acabó como la tuya... os entenderíais muy bien!!! La cosa empeora cuando tú eres la única soltera de tu círculo, un ejemplar único (y raro) en peligro de extinción, tanto que incluso serías digna de ser exhibida en un zoo o en un museo como si fueras una santa mártir. Y salvar tu vida del horror de no hipotecarla con otra persona sería como hacer la gran obra de su vida, se lo toman como una cruzada personal, sólo que no buscan el Santo Grial, sino el Santo Varón que te aguante en las duras y en las maduras. Se agradece el empeño, pero llega un punto en que te sientes como un conejillo de indias con tanta prueba de compatibilidad.

Supongo que todo llega, aunque soy de la opinión que el amor no llama a la puerta ni aparece en el comedor de tu casa como los regalos de los Reyes Magos el día 6 de enero. Hay que salir a buscar, si se deja encontrar...

martes, 5 de octubre de 2010

TUS 10 MOMENTOS DE FELICIDAD DEL DÍA

Alguien me contó que en un programa de televisión una psicóloga afirmaba que nuestro cerebro tiene una tendencia natural a quedarse con las cosas negativas y desechar las positivas. Para invertir la tendencia, sugería que tenemos que entrenar a nuestro pequeño ente gris para que aprenda a seleccionar automáticamente lo bueno que nos sucede. Y ¿qué mejor manera que hacerlo que pensando en 10 cosas buenas que nos han pasado a lo largo del día antes de acostarse?

Al principio, la tarea es ardua, como los trabajos de Hércules. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, supuestamente, debería de resultar más fácil... aunque la realidad es que con la costumbre, caemos en automatismos y en los típicos clichés como: mi familia, mis mascotas, mis amigos, tener un trabajo (de mierda, pero un trabajo al fin y al cabo), tener un techo sobre mi cabeza y comida en la mesa (aunque sea congelada). A veces, la rutina nos da sorpresas agradables en forma de evento destacable, con lo que ese día tenemos la suerte de añadir algo memorable a la lista...

Os propongo que lo intentéis y me contéis cómo os ha ido...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

OPERACIÓN RETORNO

Se acabaron las vacaciones... pasaron aquellos felices días en los que nos levantábamos con la grata luz del mediodía, desayunábamos con una parsimonia inusual y decidíamos sobre la marcha adónde ir... si no es que estábamos fuera y madrugábamos con gusto para ver cosas nuevas y diferentes.

Ahora que hemos vuelto a la realidad, tenemos que pensar en aterrizar, en poner los pies en el suelo (pero siempre con la cabeza en las nubes). La primera semana es la más traumática porque nuestro cuerpo, acostumbrado al relax, al transnochar y a levantarse tarde, se rebela contra la gran agresión que supone volver a acelerarlo y a estresarlo. Sin embargo, poco a poco la máquina se engrasa y todo vuelve a su cauce.

Entonces, llega el momento de poner hilo a la aguja y cumplir con los propósitos acumulado a lo largo del éxodo estival... hasta que por hastío o cansancio los arrinconamos para acordarnos de ellos en el año nuevo.

Bienvenidos!